domingo, 2 de diciembre de 2007

La Veracidad

La veracidad es una de las piedras angulares de la Profecía. Ninguna mentira o engaño, explícito o implícito, fueron jamás oídos en ellos. El Corán declara: “Y recuerda a Abraham en el Libro. Ciertamente él fue un Profeta veraz” (19:41); “Y recuerda a Ismael en el Libro, fue cumplidor de su promesa, y fue Mensajero y Profeta” (19:54); “Y recuerda a Idris en el Libro, él fue veraz y Profeta. Lo elevamos a un alto lugar” (19:56-57). También leemos en el Corán que un prisionero le dijo al Profeta José: “¡José, el veraz!” (12:46)
Los Profetas tuvieron que ser dotados con el don de la veracidad, ya que Allah quiere que cada uno sea veraz, y ensalce al que lo sea: “¡Creyentes! ¡Temed a Allah y estad con los veraces!” (9:119), y “los creyentes son aquellos que, habiendo creído en Allah y en Su Mensajero, no dudan después; y luchan con sus bienes y sus personas en el camino de Allah. Esos son los veraces” (49:15).
El Corán enaltece a los creyentes que, sin vacilación, cumplen con sus promesas:
Entre los creyentes hay hombres que han sido fieles a su compromiso con Allah, algunos han cumplido ya su compromiso-y fueron martirizados-y otros esperan aún sin haber variado en absoluto (33:23).
Este versículo alaba a los héroes de Uhud, que fue un punto decisivo en la historia del Islam. Tras ser derrotados en la batalla de Badr, los incrédulos de la tribu de Coraich, en represalia, pasaron un año entero preparándose para infringir un ataque a los musulmanes. Encontrándose en la ladera de la Montaña de Uhud, a unos pocos kilometros de Medina, los musulmanes resultaron victoriosos en un principio y los Coraichíes comenzaron a huir. En este punto crítico, los arqueros que el Mensajero de Allah había colocado en el paso de Aynayn abandonaron sus posiciones, a pesar de la orden del Profeta, y persiguieron al enemigo. Jalid ibn Walid, el comandante de la caballería enemiga, aprovechó esta oportunidad para sorprender a los musulmanes por la retaguardia.En consecuencia, los musulmanes retrocedieron. Figuras notables como Hamza, Musab ibn Umayr, Abdallah ibn Yahsh y Anas ibn Nadr fueron martirizadas. Incluso el Profeta resultó dañado.
Anotemos aquí que durante la batalla, el Mensajero de Allah, el Profeta del perdón y la misericordia, que fue enviado como misericordia para la creación, levantó las manos hacia Allah y, mientras sangraba profusamente, pidió que el enemigo fuera perdonado: “¡Señor Mío! ¡Perdona a mi gente, ya que ellos no saben”.[1]
Anas ibn Nadr era el tío de Anas ibn Malik, el siervo del Mensajero de Allah. Aunque había jurado lealtad al Profeta en Aqaba antes de emigrar a Medina, por alguna razón no había luchado en Badr. Se arrepintió de esto diciéndole a Muhammad: “¡Mensajero de Allah! Si Allah nos permite enfrentarnos una vez más a ellos, verán qué sufrimientos les inferiré!” Él luchó sin miedo en Uhud, sobre todo cuando los musul­manes retrocedieron. Justo antes de ser martirizado”, le dijo a Sad ibn Muadh, sonriéndole: “Juro por Allah que siento el olor del Paraíso detrás de Uhud”.
El Corán ensalza en el mencionado versículo (33:23) a los mártires que cumplieron su promesa a Allah de seguir a Su Mensajero, así como a otros que esperan el martirio, para mostrar que eran fieles a su palabra. No son los únicos ensalzados aquí; se menciona a todos aquellos que cumplieron con su palabra.
El Mensajero de Allah era conocido como una persona veraz incluso antes del Islam. Los mequíes (habitantes de La Meca), hasta los incrédulos, le llamaron Al-Amin (que dice la verdad, el Veraz). Incluso sus enemigos nunca lo acusaron de mentir tras proclamar él su Profecía. Después del Tratado de Hudaybiya (6 H)[2], el Mensajero de Allah envió cartas a los soberanos de los países vecinos. El Emperador de Bizancio recibió la suya en Siria cuando una caravana comercial de mequíes, dirigida por Abu Sufyan estaba en el área de Damasco. El Emperador llamó a éste y tuvo lugar la siguiente conversación:
-¿Son sus seguidores de la élite o de los pobres?
-De los pobres.
-¿Ha renegado alguien después de convertirse?
-Todavía no.
-¿Sus seguidores aumentan o disminuyen?
-Aumentan diariamente.
-¿Le has oído alguna vez decir una mentira?
-No, nunca.
Las respuestas de Abu Sufyan, que era entonces enemigo implacable del Islam, hicieron que el Emperador reconociera la posición de Muhammad: “Es inconcebible para quien nunca ha dicho nada falso en toda su vida, inventara mentiras contra Allah”.[3] ¡Cuánta razón tenía! ¿Por qué un creyente que nunca había dicho una mentira, ni en broma, de repente comenzaría a decirlas, sobre todo contra Allah, cuando tiene cuarenta años y está cerca de la tumba?
Los mequíes convinieron unánimemente en que el Mensajero de Allah era una persona veraz. Una vez, antes de su conversión, Yasir preguntó a su hijo Ammar a dónde iba. Ammar dijo que iba a ver a Muhammad. Estando totalmente satisfecho con la seguridad de su hijo mientras estaba con Muhammad, él contestó: “Muhammad es una persona digna de confianza. Los mequíes lo reconocen así. Si él reclama la Profecía, debe de decir la verdad, ya que nadie le ha oído nunca decir una mentira”.
El Mensajero de Allah siempre animaba a la veracidad, como puede desprenderse de sus palabras anotadas en los siguientes hadices:
· Prometedme seis cosas y os aseguraré el Paraíso: Decid la verdad, cumplid vuestras promesas, permaneced (sexualmente) castos, no miréis lo que está prohibido y evitadlo.[4]· Abandonad lo que despierta vuestras sospechas y seguid lo que es seguro. La veracidad da la satisfacción; las mentiras son causa de sospechas.[5]· Buscad la veracidad aun cuando ésta pueda arruinaros.[6]· Sed veraces siempre, ya que la veracidad os lleva a la honradez y la honradez os lleva al Paraíso. Si vosotros sois siempre veraces y buscáis la veracidad, Allah os reconocerá como tales. Nunca digáis mentiras, ya que las mentiras os llevan a la vergüenza, y la vergüenza al Fuego. Si insistís en decir mentiras y buscáis el engaño, Allah os reconocerá como tales.[7]
Debido a su veracidad, el Mensajero de Allah se elevó a un nivel tan alto que su proximidad a Allah es expresada metafóricamente en el Corán así: Luego, se acercó y quedó suspendido en el aire, estaba a dos medidas de Arca o incluso menos (53:8-9).
La veracidad siempre trae la salvación, aunque esto cause la muerte de alguien. Morimos debido a la veracidad tan sólo una vez, mientras que cada mentira que decimos es una clase diferente de muerte. Uno de los mejores ejemplos de esto es el caso de Kab ibn Malik, un poeta famoso que juró lealtad al Mensajero de Allah en Aqaba. Aunque él había participado en casi todas las batallas, se ausentó en la campaña de Tabuk sin una excusa justificable.
La campaña de Tabuk fue muy difícil. Ocurrió en pleno verano y, lo que es más, contra el Imperio Romano. Aunque el Mensajero de Allah siempre guardaba en secreto el destino de tales campañas, esta vez lo anunció y quiso que cada creyente participara. Kab hizo sus preparativos, pero, en el último momento, una inusitada negligencia le impidió unirse al ejército.
Cuando el Mensajero de Allah volvió de la campaña, preguntó a aquellos que no habían luchado por qué se habían quedado en sus casas. Los Hipócritas mintieron y pusieron excusas, pero Kab, como no podía mentir, dijo la verdad. El Mensajero de Allah le dijo que se marchara. A partir de entonces, Kab y otros dos creyentes que habían cometido el mismo acto fueron marginados. Según la orden del Mensajero de Allah, ningún musulmán se encontró con ellos ni les habló. Ellos se arrepintieron públicamente, suplicando a Allah el perdón, durante cincuenta días. Después, fue revelado esto:
Y los tres que fueron dejados atrás hasta que la tierra, a pesar de su vastedad, les resultó angosta, y sus espíritus se angustiaron también, y creyeron que no había más refugio contra Allah que Él mismo. Luego, se volvió a ellos para que se arrepintieran. Allah es el Indulgente, el Misericordioso (9:118).
Después de esta Revelación, Kab ibn Malik contó al Mensajero: “Por decir la verdad caí en desgracia pero fui perdonado por lo mismo. Prometo seguir diciendo la verdad mientras viva”.[8]
La veracidad es el eje de la Profecía. No podía ser de otra manera, ya que si un Profeta mintiera, todo lo relacionado con la Religión Divina estaría desprestigiado. Basta una sola mentira para poner una misión en duda. Por eso Allah declara:
Si-Muhammad-Nos hubiera atribuido mentiras, le habríamos cogido con firmeza; luego, le habríamos seccionado la aorta, y ninguno de vosotros habría podido impedirlo (69:44-47).
El Profeta nunca mintió ni rompió su promesa ni antes ni durante su Profecía. Un Compañero recordaba: “Antes de su Profecía, quedamos en encontrarnos en algún lugar. Pasaron, sin embargo, 3 días desde la hora de la cita y entonces la recordé. Cuando me apresuré al lugar del encuentro reconocí al Profeta, allí estaba todavía esperando por mí ni enfadado ni furioso conmigo. Su única reacción fue decir: ‘Bueno, joven, me has ocasionado algunos problemas, he estado esperando por ti durante 3 días’”.

[1] Muslim, “Yihad,” 101; Bujari, “Anbiya,” 54.
[2] 6 años después de la Hégira.
[3] Bujari, Bad’u al-Wahy, 6.
[4] Ibn Hanbal, 5:323.
[5] Tirmizi, “Qiyamah” 60; Ibn Hanbal, 1:200.
[6] Hindi, Kanz al-Ummal, 3:344.
[7] Bujari, “Adab,” 69; Muslim, “Birr,” 105; Abu David, “Adab,” 80.
[8] Bujari, “Maghazi” 79; Muslim, “Tauba” 53.

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